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dibujo: pierre castro

Centro de Lima: Consejos para pasarla bien en el  bar Don Lucho (O bar de Ciro)

Publicado: 2013-07-01

Al bar Don Lucho tú puedes entrar como normalmente se hace en cualquier bar. Atraviesas la puerta, miras si hay una mesa libre y te sientas. Pero lo recomendable es ingresar de la siguiente manera: atravesar el marco de la puerta giratoria de metal, dirigir la mirada hacia el mostrador de la entrada, saludar “buenas noches” a la señora, luego mirar si en una de las mesas de la entrada está Don Lucho (Es el dueño del local. Si no lo conoces, preguntas. Se parece a Mr.Magoo) y saludarlo dándole la mano. Y por fin, antes de ubicar la puerta saludar a Don Ciro, de manera efusiva (no abrazándole y ni siquiera dándole la mano, porque él estará seguramente ocupado dominando sobre el pecho dos o tres cervezas de litro), incrementando el volumen de voz y arrastrando un poco la “o”, para que suenes más o menos así: “CiroooOOoo”. Él te saludará, “buenas noches, profe” y tú recién debes ubicar en dónde te sientarás o si es que hay algún conocido para invadir su mesa.   

Las recomendaciones que te damos no son en vano. Si saludas a la señora, te tratará mejor y quizás hasta te deje ingresar un anticucho que puedes comprar en la vereda del jirón Quilca. Digo, si es que el bar ya terminó de vender los choritos a la chalaca, el escabeche o las butifarras. Normalmente, la señora parece intratable, pero es buena gente. Solo que los años le están pasando factura con un IGV muy usurero. En el caso de Don Lucho, te conviene saludarlo porque se acordará de ti y puede que autorice venderte cerveza hasta el final, hasta luego de cerrar la puerta debido al “plan zanahoria”. Es más, puede que hasta no te diga algo si te ve fumando. Una vez hice todo lo que acá suscribo y cuando me vio respirando un cigarro en la vereda me dijo: “Joven, no se preocupe, puede fumar adentro, no hay problema”.

En el caso de Ciro es simplemente ganarse su trato. Siempre amable, siempre pilas, siempre canchero, con su camisa tipo guayabera de peluquero de los 80’ (un abridor en un bolsillo y la propina acumulada en el otro), su peinado hacia atrás tipo engominado y su caminar impasible te hace pedir con ganas las cervezas, las “media res” o el ron con Coca Cola que acostumbra vender el bar. Ciro te deja fumar pero “abajito no más el cigarrito por favor, sino los serenazgos joden”. En fin.

Dicen que Don Lucho estaba fuera del país por un tiempo, que tenía mucho dinero, que tuvo que salir porque era un perseguido político. Dicen que Ciro era su mayordomo y que como tenía a dónde ir se ofreció ayudarlo en el bar que puso en el jirón Quilca del Centro de Lima. Algunos exageran aún más dicen que Ciro está ahí porque está enamorado de la señora de Don Lucho, así como Florentino Ariza y no importa cuánto le paguen o hasta qué hora trabaje sirviendo trago a los borrachos distribuidos entre: universitarios, periodistas, literatos -o seudos- (se extraña a Domingo de Ramos), artistas de todo tipo y amigos de todos estos.

Allí conocidos y desconocidos se te acercarán, te hablarán, se meterán en tu conversación, pedirán un vaso y beberán de tu sangre, incluso te picarán cigarro. “Oe, anda a tu mesa pe’, deja tomar tranquilo. CirOOoo, por favor”. “Por favor joven, agarre a su amigo”. “No hay problema Ciro, disculpa”. Ciro pondrá orden y en la rockola seguirá sonando “No me amenaces, no me amenaaaaaces…”.

Dicen que Ciro está cansado, pero igual sirve cervezas de litro toda la noche, se expone a una pulmonía porque abre y cierra el congelador (nunca usa chompa o casaca cuando atiende, siempre con su impecable camisa blanca), saca borrachos, separa peleas (una vez sacó a una pareja de mujeres que peleó hasta sangrar. Ella había roto el vaso en la cabeza de su acompañante. Ambos sangraron: el vaso y ella), te sirve las butifarras con aquel ají picante y, lo más importante, te cambia las monedas para que puedas incendiar la rockola.

La música de aquella vieja rockola (“La más democrática”, como alguien dijo por ahí) está distribuidas en baladas, criollas, boleros, rock de los 80’, cumbia y hasta huaynos. Nunca falta “Motivos” de Los Morunos (F7), “Marabú” de Lucho Barrios (M9), “Es mi vida” de Salvatore Adamo (J6) y “Penas negras” de Carmencita Lara (G3). No es que el sonido sea el que tenga mayores decibeles, pero se deja escuchar y jamás los aullidos de ebrios de trementina y largos sorbos de Pilsen o Cristal le han ganado.

Ahora, por ahora, no se diga más y pidamos una cerveza. Esta vez yo pago. Llamemos a Ciro: “¡CirOOOOOOOoooo!”. Y con las manos imitemos el tamaño de una botella de litro. Salud.


Escrito por

literalgia

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